Historia de Beteta
A veces, la Historia está ahí, escondida en los rincones del tiempo como un puzzle, que debemos de recomponer trozo a trozo para darle una forma legible y para que ese desorden que ha producido la sucesión aislada de los hechos, tenga un cuerpo conexo y tangible y pueda llegar a ser comprendido sin demasiado esfuerzo.
Los orígenes de la villa de Beteta no son nada claros, lo que si parece evidente es que estuvo poblada desde muy antiguo, ya que se han encontrado objetos de la Edad de Bronce.
Los romanos la llamaron Vétera y explotaron sus salinas, pero fue durante la dominación musulmana cuando alcanzó gran importancia por su situación estratégica ya que era un lugar de enlace con Cuenca y Molina, y la frontera del dominio musulmán.
A finales del siglo XV el Señorío de Beteta era controlado por los Carrillo de Albornoz. Dicho señorío está integrado por la Villa de Beteta y sus siete aldeas: Sta. María del Val, Lagunaseca, Masegosa, Cueva del Hierro, Valsalobre, Valtablado de Beteta y El Tobar.
Este señorío pasó a lo largo de los siglos por diversas manos: Obispo de Siguenza, Señor de Molina, Albornoces, Arizas …
El Fuero de Cuenca consideraba a Beteta como una de las principales aldeas ganaderas, y al ser una zona rica en pastos alcanzó gran importancia a lo largo de la edad media por tener una numerosa cabaña ganadera. Creada la Mesta se estableció una Cañada Real que arrancaba de Molina de Aragón y pasaba por Beteta, por ella transitaban, en esta época, unas trescientas mil cabezas de ganado.
Durante los siglos XVII y XVIII no alcanzó gran importancia, su economía estaba vinculada y dependía del ganado y la corta de maderas.
Beteta era sobre todo un lugar de campesinos y ganaderos; pero entre sus personajes ilustres podemos destacar a Juan Bautista Martínez del Mazo, yerno de Velázquez del cual fue primer discípulo y sucesor suyo como pintor de cámara.
A mediados del siglo XIX, en la primera guerra civil carlista, Beteta es considerada por el general Cabrera como un importante punto estratégico debido a la orografía de la zona y al tener una fortaleza bien asentada; fue por entonces cuando se reformó el castillo reforzando sus defensas y acondicionando las dependencias interiores, para ser utilizado como almacén de munición.
La declaración del Solán de Cabras como Real Sitio, llevada a cabo por Carlos IV el 27 de marzo de 1790 y lógicamente, la visita a los baños de Fernando VII y María Amalia de Sajonia en julio de 1826, para intentar que la reina quedase embarazada, es también un hecho relevante de su historia.