Donde comer

La gastronomía y las comidas tradicionales de un territorio siempre estuvieron en relación con las producciones agrícolas y ganaderas de esa zona o con las que, con cierta facilidad, podían importarse de otras tierras más o menos cercanas. En la Serranía de Cuenca y en Beteta, la elaboración doméstica de embutidos, para comerlos secos o conservarlos fritos, y el secado de salón o “somarro” de cabra, oveja y jamones de cerdo, reflejan su antigua tradición ganadera.

Estos productos facilitaban la preparación de las llamadas «meriendas», es decir, la comida de mediodía que se llevaban los pastores y labradores cuando iban a trabajar al campo para todo el día. A estos productos hemos de añadir el tocino, los chorizos, las gueñas y las morcillas de arroz, todos ellos relacionados con la cría doméstica y la matanza del cerdo. Las matanzas siempre tuvieron un carácter festivo y familiar, marcado por el laborioso y minucioso trabajo que requerían, donde las mujeres eran las principales protagonistas.

Las fértiles huertas de la Vega de Beteta aportaban hortalizas, legumbres y tubérculos, ofreciendo una gran variedad de productos a la alimentación de la comarca. Todo ello se completaba con la importación o el trueque de vino y aguardiente, que venían de la cercana comarca del Campichuelo, de sardinas saladas y bacalao, también en salazón, que procedían de los mares más o menos alejados.

Son típicos, por tanto, los productos de matanza, la caldereta de cordero, las gachas, las migas, los zarajos o el tradicional morteruelo, una especie de paté elaborado con carne de caza. En general, se trata de platos con ingredientes básicos como los artatunos, una especie de tortilla elaborada con patata y pan, que surge como una forma de crear platos diferentes con los mismos ingredientes de siempre. Durante muchos años, los cangrejos de río y las truchas formaron parte de la gastronomía serrana; sin embargo, el declive de sus poblaciones, antes abundantes en los ríos de la comarca, ha llevado a su desaparición en la gastronomía local.

Muchos platos están vinculados a festividades y celebraciones religiosas. Entre ellos destacan la garbanzada o potaje de Semana Santa, preparados con garbanzos y bacalao, tradicionales del Viernes Santo. En época de Cuaresma, son muy típicas de Valtablado las orejillas de fraile, una especie de buñuelos acompañados de un almíbar de azúcar y canela.  El día de la matanza era costumbre disfrutar del chapurrao, un licor elaborado con anís, café y cáscara de naranja, acompañado de una cena de judías pintas. El toque dulce de las fiestas lo aportaban los mantecados, tortos de chicharrones, dormidos y rosquillos de sartén, que se preparaban para las principales festividades, así como para bodas y celebraciones navideñas.

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