El tobar y Valtablado de Beteta​

El Tobar

El pueblo de El Tobar situado aguas abajo de las lagunas de el mismo nombre, es un lugar ideal para el descanso. Rodeado de un paisaje natural espectacular el pueblo de El Tobar es una parada imprescindible para el senderismo y otros deportes de montaña. 

Destaca entre los lugares a visitar, el lavadero, antaño epicentro de la vida social del pueblo, ofrece una ventana al pasado donde las mujeres del lugar se reunían para lavar la ropa y compartir historias. Su estructura tradicional, bien conservada, te transportará a tiempos en el que la vida transcurría de forma muy diferente a la actual. 

La Iglesia Parroquial de San Ginés, se erige como un símbolo del legado religioso y arquitectónico de El Tobar. Se trata de un pequeño templo de gran belleza construido sobre una sola nave divida en tres tramos por arcos fajones y pilastras de base cruciforme que sostienen los arcos formeros. La techumbre se cierra en bóveda de arista. Debió de tener un alfarje, pues los muros actuales no soportan la estructura de la bóveda. 

Por último, es visita obligada el museo etnográfico, abierto en 1986 por iniciativa de una asociación del municipio. Este museo recoge una vasta colección de objetos y herramientas que ilustran la vida rural de antaño. Desde utensilios de labranza hasta indumentarias tradicionales, cada pieza narra una historia de trabajo, costumbres y tradiciones que han moldeado la identidad de El Tobar 

Valtablado de Beteta

Valtablado de Beteta es una de las siete aldeas que, junto con Cueva del Hierro, Valsalobre, El Tobar, Santa María del Val, Lagunaseca y Masegosa, formaba parte de la Villa y Señorío de Beteta. Históricamente se la cita ya a finales del silgo XII, época en que el territorio de la margen sur del Tajo es conquistado a los árabes por los caudillos cristianos del reino de Castilla. Con la desaparición de los derechos jurisdiccionales que mantenía el último representante de la nobleza señorial, el marqués de Valmediado, Valtablado y los otros pueblos citados pasaron a formar parte de ayuntamientos independientes en 1850. 

Probablemente era el pueblo más débil de la comarca y el que peor parado saló en el reparto de términos municipales segregados del antiguo señorío. Su término contaba tan solo con 1.400 has y su terreno de cultivo era escaso, así como su masa forestal. 

En el año 1950 contaba con 117 habitantes y pocos servicios públicos. En esta época las políticas económicas consistentes en trasvasar población rural a las ciudades más industrializadas obligaron a emigrar, sobre todo en la década de 1960 y los primeros años de los 70 a muchas familias de nuestra sierra. Esto debilitó enormemente los pueblos anteriormente citados y en particular a Valtablado. 

En el año 1970 los vecinos dirigen una carta al Gobernador Civil sobre un asunto de la Dehesa de Carrascalejo, por lo que se deduce que ya debían haber comenzado las negociaciones con la Administración Forestal para la venta de la totalidad del término municipal. 

 

Por un informe del Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA), órgano que sustituyó al Patrimonio Forestal del Estado, sabemos que en la misma fecha de 24 de enero de 1972 numerosos vecinos de Valtablado de Beteta formulan escrito aceptando como valor de las fincas que componen el total, del término municipal, excepto el monte de utilidad pública número 213, la cantidad de 7.967.750 pesetas, consecuente de la valoración realizada por el Patrimonio Forestal del Estado. 

Una vez pactado el precio de la compraventa, tan sólo faltaba darle forma jurídica a la transmisión, y el Estado optó par la fórmula de la expropiación forzosa. Así, en el Boletín Oficial del Estado de 23 de enero de 1973 se publica el Decreto 7231/1972, de 21 de diciembre, por el que se declara la utilidad pública, necesidad y urgencia de la ocupación, a efectos de su repoblación forestal, de diferentes fincas situadas en el término municipal de Valtablado de Beteta, de la provincia de Cuenca. 

Simultáneamente a las gestiones para vender el patrimonio se fueron produciendo los actos que concluirían con la incorporación del término municipal de Valtablado al de Beteta. 

Para entonces la Administración del Estado estaba impulsando una política de agregación de pueblos pequeños a otros limítrofes más importantes –en esos mismos años se produjo también la agregación de El Tobar a Beteta– y las autoridades optaron por incorporar Valtablado a Beteta. 

Con el paso de los años el casco urbano se ha ido deteriorando, sin embargo, pasear por sus antiguas calles, ver los restos de la iglesia o bajar al lugar donde todavía se encuentra la fuente y el lavadero es una experiencia que no deja indiferente a ningún visitante.