A solo 2 km de Beteta, el pueblo de El Tobar se encuentra junto al arroyo del Masegar, aguas abajo de las lagunas que llevan su mismo nombre. Rodeado de un paisaje natural de extraordinaria belleza, El Tobar es una parada imprescindible para el viajero y un lugar ideal para el descanso.
El Tobar fue un pueblo integrante del señorío de Beteta, conocido como “Beteta y sus siete aldeas”, junto con otras seis localidades: Santa María del Val, Lagunaseca, Masegosa, Cueva del Hierro, Valtablado y Valsalobre. Se segregó como municipio independiente junto con el resto de pueblos en 1850, hasta que en 1973 se incorporó como pedanía de Beteta.
Entre los lugares a visitar destaca la fuente del Arca y el lavadero, que antaño fue epicentro de la vida social del pueblo. Este lavadero ofrece una ventana al pasado, donde las mujeres se reunían para lavar la ropa y compartir historias.
La Iglesia Parroquial de San Ginés, del siglo XVI, se erige como un símbolo del legado religioso y arquitectónico de El Tobar. Se trata de un pequeño templo de gran belleza, construido sobre una sola nave dividida en tres tramos por arcos fajones y pilastras de base cruciforme que sostienen los arcos formeros. Gracias a recientes restauraciones, se pueden apreciar restos de frescos.
Por último, es visita obligada el museo etnográfico, abierto en 1986 por iniciativa de una asociación del municipio. Este museo, ubicado en el antiguo horno municipal, alberga una colección de objetos y herramientas que ilustran la vida rural de antaño. Desde utensilios de labranza hasta indumentarias tradicionales, cada pieza narra una historia de trabajo, costumbres y tradiciones que han moldeado la identidad de El Tobar.