Beteta fue una villa amurallada en época medieval; todo el perímetro del casco histórico estaba rodeado por una muralla que ofrecía protección a sus habitantes. Desde el suroeste del castillo descendía el recinto amurallado hasta la villa. En él se abrían dos accesos: la Puerta de la Cava o del Postigo y la Puerta de la Villa, unidas entre sí por la calle Real.
Todavía se puede admirar una de las dos puertas del recinto amurallado, la Puerta de la Cava, junto con restos del lienzo de la muralla, que ahora están en parte enmascarados por las viviendas adosadas a ella, mientras que la Puerta de la Villa ha desaparecido.
El origen de la Puerta de la Cava posiblemente se remonta a la época musulmana y presentaba el característico trazado acodado, diseñado para dificultar el acceso a los invasores. A lo largo de los siglos, ha sufrido remodelaciones, como la llevada a cabo en el siglo XX, para facilitar el paso de vehículos.
Esta puerta invita a adentrarse en la historia, cruzándola hacia el corazón del casco antiguo por la calle Real, la más antigua del municipio. Dentro de este recinto se encontraban las viviendas señoriales, la Casa del Concejo (siglo XVI), la iglesia y las desaparecidas cárcel y hospital, además del Palacio del Marqués de Ariza o Marqués de Torrecilla, donde hoy se ubica el polideportivo municipal.