Valtablado de Beteta, es una de las siete aldeas que formaban el antiguo Señorío de Beteta. Fundado en el siglo XII, con escaso terreno cultivable y servicios reducidos, fue uno de los pueblos más frágiles de la comarca.
A partir de la década de 1950, las políticas nacionales impulsaron el desplazamiento de la población rural hacia ciudades en crecimiento, ofreciendo empleo en fábricas y oportunidades en zonas urbanas que contrastaban con la falta de recursos y servicios en el campo. Esta “modernización” se tradujo en una migración masiva que dejó a los pequeños pueblos, como Valtablado, prácticamente vacíos. Para la década de 1970, el éxodo rural se había intensificado, y el pueblo, apenas contaba con 117 habitantes.
La falta de inversión y la desigualdad en el desarrollo entre el mundo rural y el urbano aceleraron este proceso. En 1972, los habitantes de Valtablado, en su mayoría emigrados, decidieron aceptar la venta de sus tierras a la Administración Forestal. A cambio de algo menos de 8 millones de pesetas, el Estado adquirió el término municipal en un proceso de expropiación forzosa, culminando la historia de este pueblo como entidad independiente. Tras ser anexado a Beteta, Valtablado se convirtió en un espacio vacío, donde solo sus ruinas permanecen en pie.
Hoy, sin embargo, Valtablado no ha sido olvidado. La Asociación El Rinconcillo de Valtablado lucha por mantener viva la historia de su pueblo dando a conocer sus tradiciones, costumbres y su pasado a través de la instalación de paneles interpretativos que cuentan la historia de cada rincón.
Hoy, recorrer sus calles es una experiencia que va más allá de lo visual; es adentrarse en un silencio que cuenta la historia de un pueblo forzado al olvido. Pasear por Valtablado, visitar su fuente y su lavadero, es sentir el peso de una época en la que el desarrollo desigual dio la espalda a los pueblos, y una invitación a reflexionar sobre el impacto del abandono rural en nuestras raíces.
